martes, 15 de diciembre de 2020

EL JOYERO DE CARLA

  EL JOYERO DE CARLA
      -MOISÉS GONZÁLEZ MUÑOZ-   

Moisés González Muñoz, abulense de Salobralejo (Muñogalindo), miembro de la Asociación de Novelistas «La Sombra del Ciprés», ya nos emocionó con su anterior novela «Candiles para Lucía». Esta que hoy comento, EL JOYERO DE CARLA, es una joya en sí misma. Contiene una trama urdida en diferentes pretéritos, con una rica variedad de escenarios, donde el lector se acomoda como si hubiese vivido siempre en ellos. Ahonda en el comportamiento humano desvelando diversidad de intenciones, unas veces innatas y otras provocadas por las circunstancias.

Desde la oscuridad de la última luz del bisabuelo Javier, Carla se las ingenia para narrar el acontecer de un pasado convulso lleno de servidumbre, miseria, contrariedad y desgracia. Desentraña la vida de las gentes de un pueblo de Castilla en los años veinte del siglo pasado, recogiendo las penalidades de la Guerra Civil, de la posguerra y de una multitud de avatares y sufrimientos derivados de situaciones que, aunque nadie quería recordar, estaban presentes, grabadas con dolor, en los rincones de sus memorias.

Moisés González no solo narra esto en EL JOYERO DE CARLA. No. Hay mucho más. Más de un centenar de personajes, incluida la perrita Linda, el viejo mastín Barbas y la yegua Estrella, configuran un cúmulo de relaciones que dejan al descubierto la idiosincrasia sorprendente de los actores principales.  En su convivencia fluye amor y ternura, generosidad y entrega, pero también odio y maldad, traición y venganza. Todo ello narrado con un ritmo intenso. Cada capítulo, por no decir cada página, nos asombra con un aprieto inesperado. Y lo mejor, cada uno de estos bretes está relacionado con un pasaje anterior o con otro suceso cercano en el devenir de la lectura, engrosando así la importancia y solidez de un argumento cuya intriga crece a cada verbo.

Como bien puede suponerse, esos detalles atractivos consiguen que el lector solo piense en leer sin descanso EL JOYERO DE CARLA. Lejos de un mínimo relax narrativo, el interés crece por momentos, tanto que incomoda cerrar el libro, aunque sea para cenar o irnos al cine. Así hasta llegar a un final que pone el broche sorprendente en el temperamento y en el latir de los participantes.

El estilo narrativo de Moisés González Muñoz es sobrio, eficaz, sencillo y capaz de desentrañar la complejidad, a donde nos transporta cada conflicto del argumento planteado. Con las mismas premisas de efectividad desarrolla la psicología de los protagonistas y relacionados, y pinta de colores los entornos paisajísticos donde fluye la acción. Una acción variada, con una armonía embaucadora y un significado conmovedor, con trascendencia feliz, unas veces, y de angustia otras.

Con todo esto y un cúmulo de inflexiones, que no voy a desvelar, el autor nos hace suyos, no solo mientras leemos su obra, también después. EL JOYERO DE CARLA es una novela de lectura imprescindible. Produce huellas profundas, tan marcadas que nos hará recordar sus ficciones, cimentadas en la realidad, como uno de los textos literarios que más hemos disfrutado.                        
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lunes, 9 de noviembre de 2020

JÓVENES JUSTICIEROS

 

 JÓVENES JUSTICIEROS
(Ed. CÍRCULO ROJO. 2019)
Una novela realista llena de fantasía, de
CARLOS DEL SOLO.

El año pasado, atendiendo la petición de Cruz Roja Española, asamblea local de El Barraco, presenté JÓVENES JUSTICIEROS en dicha localidad. Mi pueblo. Para ello tuve que leer el libro, no sé hacerlo de otra manera. Me gustó. Acabo de releerlo, y quiero compartir las conclusiones de un análisis reposado, sin condicionantes promocionales.

El autor de la obra, Carlos del Solo, es numerario de la Asociación de Novelistas «La Sombra del Ciprés» y, como voluntario de Cruz Roja en Ávila, dirige un taller literario. Se distingue por su dedicación a la escritura creativa, con óptimos resultados de calidad. Además de esta obra que hoy comento, ha publicado con anterioridad «El Cid Campeador. Simplemente Rodrigo» y «Enrique IV de Castilla. El último rey medieval». Novelas históricas donde muestra su cultura y dotes artísticas, con tramas emocionantes y personajes bien identificados psicológicamente, relacionados con su época.  

JÓVENES JUSTICIEROS, es una novela o un relato —si se prefiere— de diez capítulos. Está ilustrada por el joven dibujante Juan Montávez, quien asegura que en todos los dibujos hay una mosca; esto es solo una anécdota, pero hay que explorar y encontrarla. Lo que no es necesario buscar es la originalidad, la imaginación y la sonrisa que produce cada frase.

Esas premisas realistas, de vida, de historia y de momentos presentes, surgen en conversaciones espontáneas, consecuencia de investigar sobre lo que no está bien en la ciudad. Tales situaciones son comentadas con espíritu crítico, y constructivo a la vez, por Cecilio, Pilar, Eufe, Flori, Marce, Pili, Isa, Juli, Nati, Feli… La conclusión y posibles soluciones que ellos proponen, constituyen los elementos con los que Carlos, valiéndose de una actitud docta y atenta, ensambla con destreza y maestría pasajes llenos de arte literario. Un arte que convierte a esos personajes de carne y hueso en actores de ficción, capaces de llevarnos a situaciones sorprendentes, atractivas y tintadas de humor.

Estas narraciones, transmitidas con un lenguaje sencillo, asequible para todos los públicos, de 9 a 99 años dice el autor, suscitan siempre el aplauso en quien lee, pues estimula los ánimos ante el propósito que surge entre los personajes para acabar con los malhechores de la ciudad, valiéndose de pócimas y apariencias medievales. Bien mirado, es un ejemplo que todos podríamos seguir para convertir nuestro entorno en un lugar más confortable y seductor.

JÓVENES JUSTICIEROS, de Carlos del Solo, es una obra fantástica, construida con un material envuelto en ficción, pero verosímil e inteligible para quien quiera gozar de historias que nacen, crecen y terminan como no fue, pero pudo haber sido.

Los detalles citados invitan a analizar con detenimiento esta obra especial. En ese análisis, que me ha deleitado de forma insólita, he podido comprobar que su universo intelectual es lo suficientemente atractivo como para no perderse nada de lo que en él se expone. A quienes gustan de las técnicas narrativas debo decirles que sus textos impactan, crean la necesidad de seguir leyendo, sin perderse una línea ni un concepto hasta el desenlace. Este siempre sorprende, sin perder la coherencia con la exposición y el nudo.

Otra exquisitez importante que da categoría a JÓVENES JUSTICIEROS es que aporta con claridad las respuestas al cuestionario de la brillantez que requiere la narrativa de calidad: ¿Quién es el protagonista? ¿Qué ocurre? ¿Por qué? ¿Dónde, cómo y cuándo suceden los hechos? A estas excelencias se unen la peculiaridad argumental, la concreción explicativa, el uso de verbos con movimiento y las descripciones imprescindibles, solo las justas, para no alterar el ritmo.

Este libro es todo sustancia, con elocuencias que determinan lo bien que escribe Carlos del Solo. Valiéndose de recursos efectivos, construye fabulaciones capaces de conseguir que el lector se identifique, como un justiciero más, con los intérpretes de la acción; una acción cimentada en el devenir cotidiano, ambientado en medios urbanos próximos, ¡de Ávila, sin ir más lejos!, ungidos con colores de belleza y emoción, propios de una Literatura digna de nota sobresaliente. Leedlo, os va a gustar.

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Un cuento  o

Una reflexión sobre la actualidad

martes, 31 de marzo de 2020

LOS MOLINOS DEL ANTIGUO CONCEJO BARRAQUEÑO

Portada del libro

LOS MOLINOS DEL ANTIGUO CONCEJO BARRAQUEÑO, es el décimo libro sobre la historia de El Barraco, escrito por José Antonio Somoza Arribas.
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José Antonio Somoza Arribas, como buen maestro, nos ha servido, con exposición enciclopédica el contenido de diez libros sobre El Barraco, relativos a los antecedentes de su historia, usos y costumbres, retratos y estampas, las cofradías, genealogía del apellido Somoza, historia de la Sociedad Monte Encinar y sus propiedades, historia de las calles, indumentaria y joyería, Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, y este que expongo en este espacio, titulado LOS MOLINOS DEL ANTIGUO CONCEJO BARRAQUEÑO.

Con este último tomo de la colección, José Antonio Somoza, enamorado de todo lo concerniente a su pueblo, nos lleva con mano magistral por nuevas encrucijadas de la historia, desde que El Barraco empezó a ser lo que es. Los primeros pobladores, igual que nosotros ahora, tuvieron la necesidad de alimentarse. Un alimento básico de siempre es el pan, producto que a pesar de las centurias transcurridas no necesita actualizar su descripción. No obstante, el paso del tiempo, como bien explica el autor, ha ido marcando los ritmos de su elaboración. En ese proceso, lo más importante es la materia prima: ¡la harina!, conseguida con la molturación de los cereales aptos para el consumo humano, como el trigo y el centeno. Pero no nos olvidemos de los piensos con que se alimentaba parte de la ganadería, sobre todo la estabulada.

Los molinos fueron de importancia capital para convertir el grano en esa harina con la que se amasaría el pan, pastas para fideos y similares, dulces y otros. En cada región los molinos funcionaban con la energía producida por los distintos elementos naturales. Aquí predominaron los hidráulicos, levantados en la garganta de la Yerma, en las riberas del Alberche o en otros lugares donde existía el discurrir acuífero. Luego, a principios del siglo XX, se construyeron molinos eléctricos, en menor cantidad y permanencia que los de agua.

José Antonio Somoza Arribas nos guía en una visita virtual por casi los veinticinco molinos censados en el concejo barraqueño para instruirnos sobre sus formas,  estructuras, disposición interna, maquinaria, conservación y tareas para mantener en funcionamiento las instalaciones: la canalización del agua hasta las balsas, el picado de las piedras y cuidados de los rodeznos. Con la misma precisión, nos descubre las distintas fórmulas de explotación de los negocios maquileros,  desde el punto de vista de los variados modos de propiedad y distribución de utilidad y beneficios.

Esa dedicación ha hecho posible la publicación de este libro. Sus páginas nos acercan al ordenamiento jurídico y político de cada época.  Todos, en mayor o menor medida, habremos oído hablar del estraperlo, del racionamiento. La producción de trigo y centeno para harinas panificables estaba controlada por el Servicio Nacional del Trigo. Los funcionarios de la Comisaría General de Abastecimientos y Transportes, conocidos como los de Abastos, inspeccionaban, mediante visitas inesperadas a los molinos, las cantidades que se trituraban para el consumo familiar, vigilando que no superaran las cuantías declaradas, por las que previamente el agricultor tributaba en especie.   

Como fácilmente se puede entender, los molinos expuestos por José Antonio Somoza no solo nos transmiten las características de la actividad molinera, también nos ilustran sobre el costumbrismo de los pueblos en diferentes ciclos históricos. Los primeros molinos de agua que se pusieron en marcha en el concejo datan del siglo XII, y persistieron en los entornos propicios hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XX. Los eléctricos subsistieron unas décadas más. Unos y otros molturaron en su permanencia muchas fanegas de grano, y su producto estuvo presente en todos los hogares y explotaciones ganaderas. El receso de la producción agrícola y la instalación de modernas fábricas de harinas y piensos compuestos pusieron el punto final a nuestros molinos.

¡Ya no hay molinos! Sus piedras, sus ruedas, sus muelas han dejado de dar vueltas con la fuerza del agua y la energía eléctrica, pero hoy vuelven ante nosotros de la mano de José Antonio Somoza Arribas, a quien reiteramos nuestro agradecimiento con el vigor que merece la edición de este tomo, que, unido al conjunto de su obra publicada, aumenta el conocimiento de nuestra propia historia, con el sello de un valor cultural incalculable para cualquier lector, y sobre todo para los amantes de nuestras raíces, de nuestro pueblo, de El Barraco.
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