viernes, 16 de agosto de 2019

GORRIONES DE PIEDRA


GORRIONES DE PIEDRA 
-NOVELA-
DE BEGOÑA ROLDÁN JUEZ
(Ed. Bubok Publishing, S.L.)
Partiendo de una idea inverosímil —los muertos tienen vida y hablan—, la autora fabula con éxito un universo probable, asumido como un mundo real. Esa ficción efectiva, construida con recursos seductores, hace que el lector se vea inmerso, como un personaje más, en una gesta cuajada de imposibles. No obstante, línea tras línea, esos hechos impracticables se convierten en lo contrario: actividades habituales en un mundo familiar.
Sobre unos cimientos fantásticos, Begoña Roldán Juez talla con primor Gorriones de piedra para construir una estructura sólida y atractiva, gracias a significados concretos, cercanos y comprensibles por cualquier destinatario lector. Con el mismo acierto utiliza la diversidad de puntos de vista: narradores diferentes, con alternancia de tiempos verbales, voz y, por consiguiente, tono. Sin embargo, mantiene la forma y la uniformidad del tema elegido.
Antes de seguir quiero subrayar, en favor de la obra, su contenido enriquecedor de concepciones sobre los principios de los seres y las cosas, sobre el conocimiento, sobre el significado y el lugar del hombre en el cosmos. Dicho así no parece importante, pero lo es por las reflexiones que suscitan. Como ejemplo, sirvan estas frases que trascribo: «Cuando la convivencia es larga siempre aparece algún defectillo / La muerte muchas veces es la forma más sublime de amor eterno».
A lo largo de veinticinco capítulos con autonomía narrativa, cual relatos independientes, conviven la vida y la muerte. Ambas constituyen el cuerpo y el alma de esta novela: protagonismo compartido entre el que es y el que fue, ambientación diversa llena de luz o de oscuridad, y el tiempo escénico actual, pasado y futuro.
Sumidos en ese mundo de vivos y muertos, vamos a encontrar el regalo de muchos alivios que nos ayudarán a ver el camino final como algo normal, sin el grado de dolencia y temor con que lo concebíamos hasta ahora. Entre otras cosas, porque Begoña nos muestra, de forma sutil, que después de la muerte hay vida, o que la muerte, interpretada como sujeto, también vive.
Literariamente, las superficies más altas y los fondos más subterráneos están habitados por el ser y el no ser. En ambos espacios deambulan conflictos palpitantes, como es el amor, sinónimo de vida y sus consecuencias, y el desamor, metáfora de la quietud y el silencio lapidario en ese mundo de nada. ¡Y todo!, pues el lector se va a erigir en un protagonista más en una trama donde no falta la pasión, el crimen, la traición, el misterio, la intriga..., y lo que esto lleva consigo.
Los personajes —una treintena— están bien caracterizados, tanto en su apariencia física como en la psicológica. Así, con esa identificación personal, a veces (in)humana, se presentan al lector con actitudes creíbles que favorecen la empatía.
Los diálogos se distinguen por su naturalidad. Valiéndose de tales actos cotidianos, la autora transmite con eficacia conceptos claros y filosóficos acerca de la calidad —esencia y opción— del ser humano, su comportamiento y posición ante la vida de los muertos. Lo mismo hay que decir de estos ante la muerte de los vivos. ¡Profundo y original!
Las descripciones son suficientes, equilibradas. No existe el “placer” fácil de la abundancia. Práctica frecuente que, para despiste y posible aburrimiento del lector, paraliza el ritmo y la acción. Los Gorriones de piedra ofrecen una lectura fluida. La historia progresa sembrando en cada párrafo el interés deseado.
A este comentario, donde los aplausos creo que se oyen sin ningún esfuerzo, hay que añadir un detalle más. Se agradecen las dotes de comunicación de Begoña Roldán, pues escribe con un estilo directo, ameno y perceptible. Estos detalles autorizan a asegurar que «es un libro de interpretación y lectura sencillas». Sí, pero a eso se llega cuando el autor se somete al trabajo más difícil después de la creación: revisión gramatical exhaustiva, afrontada con el fin de relacionar las palabras adecuadas, no solo bonitas sino también exactas, inteligibles y con la idiosincrasia propia de los personajes que hablan. Eso y más, hasta llegar a un final coherente, brilla en esta novela que recomiendo porque me ha encantado leer, y porque he visto en ella que el amor también existe en el barrio al que no queremos ir.
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martes, 26 de marzo de 2019

PRESENTACIÓN DE MI LIBRO "CUENTOS ARTESANOS"

Portada del libro.

Quiero expresar el agradecimiento que debo por tantas atenciones recibidas.  Si mi acreedora principal es la Literatura, por los gozos que me da en solitario, eso es nada comparado con el calor que recibo cuando nos encontramos y hablamos, cuando nos comunicamos a través de cualquier medio o coincidimos en eventos como a los que hoy me refiero. 
Mi gratitud a la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, al Excmo. Ayuntamiento de El Barraco y al Excmo. Ayuntamiento de Ávila, que han abierto sus puertas a mi libro para celebrar en sus instalaciones el acto de presentación, en distintas fechas y con distintos presentadores: Emilio Porta y Valeriano Franco, en Madrid; José María Manso González y José Antonio Somoza, en El Barraco; Sonsoles Sánchez-Reyes, Cristóbal Medina e Ismael López Martín, en Ávila. Excelentes pregoneros que me arroparon con su cariño y generosidad.
Con la misma firmeza y entusiasmo quiero reconocer las deferencias recibidas  de Editorial Atlantis. Una vez más ha confiado en mí, dispensando a CUENTOS ARTESANOS, volumen que hoy presentamos, un trato de calidad exquisita. Lo mismo he de decir de mi amigo Carmelo Camargo Martín, lector y crítico constructivo, y de Librería Letras, que comercializa el libro, dirigida por Gemma y Belén, Belén y Gemma.
Presentación en Madrid. AEAE (22-10-18)
En esta exposición de reconocimientos no puedo olvidarme de mis maestros, de los que tanto he aprendido acerca del arte de narrar y, sobre todo, a amar la creación literaria. Ellos son: doña Encarna Jiménez; don Leopoldo Sánchez de la Cueva, poeta abulense que firmaba sus poemas con el seudónimo «El Caballero del Arco Mariscal»;  don Jesús Estévez y don Ramiro Pato. Aunque ya no están entre nosotros, siguen vivos en mí, pues me enseñaron las primeras letras, y los recuerdo cada día.
Siempre tendré presentes a mis compañeros de letras, muchos de ellos numerarios de La Sombra del Ciprés y de Escritores en Red Asociación de Bradomín, autores de obras que leo con avidez. De sus genialidades y estilos también aprendo. Aprendo asimismo de las charlas que mantengo con mis coetáneos cuando recordamos vivencias de antaño, entonces reales, ahora pintadas con los colores ficticios de la imaginación.  Esas percepciones me animan a plasmar en el papel historias inolvidables, por muy lejanas que parezcan.
Presentación en Madrid, con amigos incondicionales (22-10-18).
 Gracias de corazón a todos los que me acompañaron en las presentaciones y a los que no pudieron ir. Unos y otros me arropan con afecto y ánimo continuo. Además, vaya desde aquí mi gratitud, nunca suficiente, a mis mujeres, las mencionadas en la dedicatoria impresa del libro, Begoña, Estíbaliz, Beatriz y Nerea.
 Sí. Ya sé que alguien estará esperando que hable del volumen anunciado. Pero es lo que he hecho desde el principio. Sin los personajes que he citado con nombre propio, y la presencia memorizada de todos los demás, este libro sería nada.  No existiría. Por otra parte, creo que quienes deben hablar de su contenido son los lectores. Cuando lo lean tendrán un juicio particular, favorable o contrario, más objetivo que el mío, que, como es lógico, será interesado.
Salón de la AEAE, lleno (22-10-18).
Seguro que alguno se habrá preguntado por qué esto de CUENTOS ARTESANOS. Muy fácil. He querido titularlo así porque este libro es el resultado de un esmero íntegro, tanto en la temática de cada relato como en la composición narrativa.  Lo primero que hice fue divertirme ideando situaciones que, tal vez sin quererlas para mí, me transmitían ambientes y hechos reales: de crítica y denuncia, de desafecto y traición, de solidaridad y entrega. Luego, tras el entramado borroso de la primera versión, tuve que afrontar lo más difícil: encontrar un estilo fácil y verosímil.  
Presentación en el Excmo. Ayuntamiento de El Barraco (12-11-18).
Envuelto en esa preocupación fui buscando la estructura del cuento clásico. Un principio donde presentar al protagonista y el problema planteado; un núcleo donde el personaje principal, con dificultades o ayudas, se enfrenta a ese conflicto; y un desenlace coherente, cerrado o acotado por indicios, donde el protagonista vence el trance o asume el fracaso ante un imposible. En esa construcción he procurado retratar con palabras los gestos de los intervinientes, mantener la cadencia desde un punto de vista único, describir lo menos posible para no interrumpir la acción ni distraer al lector, destinatario del texto y merecedor de una dedicación profunda para agradarle y mantenerle unido a cada historia.
Presentación en Ávila, en el Episcopio (17-1-19).
Eso me exigió tachar y reescribir muchas veces, en un intento constante de mejorar cada pieza. La artesanía es así, y así me enfrentaba a nuevas revisiones, sometiéndome a un autoexamen, exigente, en el que casi siempre me suspendía, pues estaba seguro de que mi producción podía mejorar. Durante muchas lunas alimenté en mí esa inquietud, casi decepcionante. Pero un día me di por vencido: acabé dando la razón al insigne maestro Thomas Mann, que decía algo así como: «El escritor es una persona normal, a la que le cuesta escribir más que al resto de los mortales». 
Diario de Ávila
Con ese convencimiento, o escusa si se prefiere, puse el punto final a este libro que reúne treinta y cinco historias adultas, independientes, con distintos protagonistas,  distintas tramas, distintos narradores y, por supuesto, diferentes desenlaces. Sí están unidas por una línea común: la circunstancia de la vida, más de ayer que de hoy, vista en cuatro espacios: el fracaso como prólogo del éxito, las consecuencias de la educación, el amor con sus cumbres y sus valles, y la amistad. En todos ellos hay penas y alegrías, aunque siempre recordemos las satisfacciones, por más que el sufrimiento sea un gran educador.
Dichos desvelos me han retenido en mi taller de palabras hasta conseguir que estos CUENTOS ARTESANOS llegaran a los canales de distribución tan labrados como merece quien paga por un trabajo bien hecho. No sé si lo habré conseguido. Eso lo dirá el lector. Sus opiniones, que agradeceré siempre, me ayudarán a corregir las formas imprecisas. Eso espero, pues, como dice la última frase del libro, «Todos nos necesitamos». Yo estaré en deuda permanente por  tener la influencia de tantas almas, las de ustedes, amigos y lectores, que me ayudan a transitar estos mundos: el de ficción y el otro, el real. 
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