jueves, 26 de abril de 2012

DIARIO DE UNA RUBIA

¡Cómo se bebe en este país!

7 de Marzo de 2002 – Jueves

Sigo tan gandula como ayer. Hoy tampoco tengo ganas de nada, ni de escuchar ni de mirar ni de pensar... No sé. Si tuviera un neceser de esos que usan las señoritas de verdad, me pondría rímel en las pestañas, pintalabios en el morro y me echaría colonia para oler bien, como la boticaria, que huele que alimenta; aunque, eso sí, lleva más pintura encima que las tablas de un barco. Ya quisiera yo, pero no tengo nada con qué ponerme guapa y postinera. ¡Qué se le va a hacer!

El patio empieza a animarse. Los empleados están serios. Hablan poco. Será por la reunión de esta mañana. Reunión comercial, dicen. El director los ha apretado bien: tienen que conseguir como sea captar más dinero, más pasivo; hacer hipotecas, dar préstamos, vender acciones y seguros, y no dejar que ningún cliente salga por la puerta sin pagar las comisiones tarifadas. ¡Están arreglados! Rincón dice que él está en la caja y que no puede más, conque no se hagan colas en la ventanilla ya hace bastante. Rincón, Jesús Rincón Igual, natural de Caleruela, un pueblo de Toledo, es un polivalente nato; sirve para todo: para contar billetes, para vender productos y para convencer a cualquiera de las razones de su quehacer. Es majísimo. Lo mismo cose un roto que zurce un descosido. (…). Rincón y Ángel González, otro compañero de calidad exquisita, están en las ventanillas de caja y son mis queridos más próximos. En ellos me miro cada mañana. Sin saberlo, alivian mi desgana y consiguen que me olvide de la desgracia de mi destierro. No me ven; yo a ellos, sí. Me gustaría poder expresarles el aprecio que les tengo.

Estoy viendo a una pareja, ya arrugada. Él es funcionario de tres al cuarto; ella, ama de casa. Están sentados en la mesa de un comercial. Piden más intereses para unos ahorrillos que tienen depositados. El empleado les presenta un documento de solicitud. La señora casi no sabe firmar. ¡Hay que ver, cómo es la gente! Se preocupa más de amontonar dinero que de aprovecharse de él: culturizándose, por ejemplo. (…)

Ahora se acerca un camarero que explota un bar por cuenta propia. Es un cliente de cutio, fiel, de mucha confianza. Un apoderado advierte que está moreno y así se lo dice. El cliente dice que sí, que es cierto, que en verano está negro por el sol y que ahora, en invierno, como se lava menos está renegrido igual que en los meses de calor. Y dice que lo de lavarse menos no es porque sea un guarro, es que ha escuchado en la radio que el exceso de higiene potencia el padecimiento de las alergias, y él no quiere tener de eso. ¡Qué humor! Pero no venía a contar chascarrillos, venía a ingresar la recaudación de ayer y la que ha hecho en la mañana de hoy. Trae unos tres mil euros, aproximadamente, en moneda fraccionaria. Explica que está sin contar, porque es mucho dinero y no ha querido prepararlo en la barra, a la vista de todos. Tres mil euros son muchos euros. ¡Cómo se bebe en este país!
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