EL TIEMPO HA PASADO, EL SENTIMIENTO ESTÁ PRESENTE
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El
29 de octubre del pasado año presentamos en la AEAE mi nuevo libro, Diario de una rubia. Como maestros de la ceremonia, me distinguieron
Emilio Porta y Santiago Solano. Hoy quiero compartir con todos vosotros un
extracto de mi agradecimiento expresado a los circunstantes: un público propio,
nutrido por familiares y amigos que llenaron el salón.
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Lo primero que
quiero decir es GRACIAS. GRACIAS a todos por estar, por el calor y el cariño
que siempre me regaláis. Sin vosotros, los de aquí, los que venís de fuera y
los que no han podido asistir, este acto, sobra decirlo, no tendría sentido. Lo
que soy no es sustancia propia, y lo que hago no es labor exclusivamente mía,
es el conjunto cualitativo de cuantos me habéis acompañado en cualquier
itinerario de la vida (…).
GRACIAS a mis
maestros, don Ramiro Pato, don Jesús Estévez, don Guillermo Martín…, vivo de
los números y me divierto con las letras. Después tuve la fortuna de encontrarme
en estas veredas con profesores especialistas en el arte literario: Montserrat
Cano, Conchi Rubí, Chema Gómez de Lora y
Enrique Gracia Trinidad (…). GRACIAS a ellos, me enfrento cada día, con
atrevimiento iluso, a proyectos que acabarán, o no, en historias publicables.
En este caminar nunca me falta el apoyo
y a su vez la crítica, imprescindible y constructiva, de compañeros de
talleres, tertulias y foros virtuales. Nominar a todos es imposible, y no
quiero ser descortés con omisiones injustas.
Hasta aquí esa
trayectoria de convivencia y aprendizaje, que por suerte no ha terminado. En ese
peregrinar he tenido la dicha de coronar colinas, otear panoramas y disfrutar
la mirada de quienes alientan mis pasos. Hace unos años, en uno de esos altos,
mostramos la publicación de Leña y papel y otros cuentos. Hoy, con Diario
de una rubia, he vuelto a sufrir los esfuerzos de la cuesta, y a gozar
la cercanía y el cariño de los amigos mentores, que han madurado conmigo la
obra que hoy pregonamos (…).
Gracias a la
ayuda total y desinteresada de Emilio Porta publiqué mi primer libro. Y desde
entonces no ha dejado de espolearme, de arrearme, como diría la Rubia. Así , cuando más
tranquilo estaba yo, inmerso en el silencio de escribir, encontró entre mis papeles
informáticos muestras de este diario. Hasta que no tuvo en sus manos el volumen
completo, no paró. Y aquí estamos. Pero antes he tenido que someterme a los
deberes que él dictó desde mi propio texto, ateniéndose a la
armonía del sello y características editoriales. ¡Qué verano, qué fatiga! Cuando él me veía agobiado con los arreglos, las revisiones de la maqueta o el diseño de la portada, levantaba la guardia de su exigencia, solo un poco, para decirme «el libro va a quedar hecho un primor, igual que El amuleto, ya lo verás». Lo decía para ahuyentar el desánimo que me rondaba. «Sí, como El amuleto, qué más quisiera yo» El amuleto es su último libro, el mejor clasificado de la colección. Ya habréis intuido que sin los apremios y los estímulos de Emilio,la
Rubia tampoco estaría hoy vestida para el baile de esta
fiesta.
armonía del sello y características editoriales. ¡Qué verano, qué fatiga! Cuando él me veía agobiado con los arreglos, las revisiones de la maqueta o el diseño de la portada, levantaba la guardia de su exigencia, solo un poco, para decirme «el libro va a quedar hecho un primor, igual que El amuleto, ya lo verás». Lo decía para ahuyentar el desánimo que me rondaba. «Sí, como El amuleto, qué más quisiera yo» El amuleto es su último libro, el mejor clasificado de la colección. Ya habréis intuido que sin los apremios y los estímulos de Emilio,
No puedo callar
la consideración que dispenso a Santiago Solano Grande: primero, amigo también;
luego autor de una veintena de títulos, y mientras y después, fundador de
Escritores en Red. Dirige sus dominios cibernéticos y es un incansable gestor
de actividades a favor de los asociados,
para los que persigue el mejor sitio en el cosmos de lo que ahora llamamos
nube. Dice que no ha leído el libro. Él sabe de estos inventos tecnológicos más
que nadie, y eso le ha servido, como habréis visto, para navegar por el
interior de la Rubia
y conocer sus dichas y desdichas mejor que ella. He compartido con mi amigo
Santiago muchos encuentros culturales. Me acuerdo con placer de uno muy
especial, año 2005: tuvo lugar en Burujón, bonito pueblo manchego, donde, según
la leyenda, se hospedó Cervantes. No sé, eso de las tradiciones orales invita a
desconfiar. Lo cierto es que el grupo sí que pernoctamos allí, invitados por el
ayuntamiento, y con nuestras trovas y nuestros cuentos pasamos una velada
inolvidable.
Santiago y
Emilio, Emilio y Santiago, son escritores de prestigio, presentadores de lujo y
amigos sin precio. GRACIAS, muchas GRACIAS a los dos.
Pero sin ninguna
duda, la Rubia
es la que más me ha incitado en esta travesía que hoy culmina. Es la
inspiración y la protagonista de este diario suyo, personal. No cansaré con
detalles de su existencia, pues ella misma
revela, en las primeras páginas del libro, quién es y qué hace. Solo
diré que es admirable. Temiendo la incertidumbre de un final que llegará, va anotando,
con verbo llano, lo que ve y oye en la sucursal
donde quedó abandonada cuando llegó el euro. Pero ya se sabe, la vida en una oficina bancaria no siempre es atractiva. Todos los días no surgen escenas interesantes y reales (…). Por eso a veces, alumbrada por su memoria, describe experiencias lejanas a la quietud que habita. Relata los avatares que presenció en playas y cruceros o interpreta los olores de los pueblos del interior. Otros días se dedica a tramas ficticias, como las pretensiones de don Liborio Merchán, o los flirteos de Marta y Cristóbal.
donde quedó abandonada cuando llegó el euro. Pero ya se sabe, la vida en una oficina bancaria no siempre es atractiva. Todos los días no surgen escenas interesantes y reales (…). Por eso a veces, alumbrada por su memoria, describe experiencias lejanas a la quietud que habita. Relata los avatares que presenció en playas y cruceros o interpreta los olores de los pueblos del interior. Otros días se dedica a tramas ficticias, como las pretensiones de don Liborio Merchán, o los flirteos de Marta y Cristóbal.
Al margen de sus
desvaríos, de sus irreverencias e incluso juicios filosóficos, hace algo
infrecuente y plausible. Rinde honores a los empleados de banca, se solidariza con ellos compartiendo los
escozores de su trabajo, se alegra si los ve contentos y sufre cuando son
tratados como máquinas por los dueños del banco, que cada vez imponen mayores
objetivos (…). Confieso que me gusta
esta narradora tan particular. Me identifico plenamente con sus glosas sobre la
realidad de unos personajes a los que quiero y alimentan mis recuerdos. Cita a
algunos con nombres y apellidos: ya sea de pasada o dedicándoles la extensión
de una fecha completa. No menciona a todos. Qué vamos a hacer. A mí tampoco me nombra
en ninguna de sus páginas. Claro, como tantos mortales, soy insignificante (…).
Desde pequeño solo me ha dado por contar mentiras que parecen verdades o
verdades que parecen mentiras. Eso no tiene ningún mérito. Además, las palabras
que uso no son mías, son prestadas y a veces me olvido de devolverlas. Igual
que los albañiles colocan piedras, yo busco voces, las ordeno, y las cambio una
y mil veces hasta que juntas expresan lo que quiero decir. Es solo un juego (…).
¡GRACIAS. MUCHAS GRACIAS A TODOS!
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